Guisantes en camas con diez mil colchones,
silencios incómodos en conversaciones
con gente de paso,
mujeres al borde de no hacerme caso por muchas razones.
El hombre que no para de hablar en la última fila
de la mala obra que al final te devuelve la vida,
la sangre que brota de la paradójica herida
que me hice encontrando en el pajar la aguja perdida.
La cana en mi barba,
el pelo en mi sofa,
la nube que llueve en el cielo de mi boca,
la pipa que amarga la grieta en el vaso,
la gota de vino en tu vestido blanco.
Formas de saber que tu ausencia duele todavÃa.
Formas de volver a sentir de nuevas las despedidas.
Formas de saber que ya no funcionan las mentiras.
Formas de sentir nuevas las despedidas.
Los treinta minutos que perdà por no ver la salida
que hicieron de un viaje tan feliz una pesadilla,
canciones que fueron una vez nuestras favoritas
que nos despertaron hasta que las dimos por vencidas.
La cana en mi barba,
el pelo en mi sofá,
la nube que llueve en el cielo de mi boca,
la pipa que amarga la grieta en el vaso,
la gota de vino en tu vestido blanco.
Formas de saber que tu ausencia duele todavÃa.
Formas de volver a sentir de nuevas las despedidas.
Formas de saber que ya no funcionan las mentiras.
Formas de sentir nuevas las despedidas.